miércoles, 21 de febrero de 2007

HISTORIA DE MACHU PICCHU





La ciudadela de Machu Picchu ha tenido diversos periodos de ocupación. Tomados de las crónicas, del estilo constructivo y las cerámicas encontradas, se deducen los siguientes: Periodo Inicial: 1300 dc Periodo Clásico: 1400 dc Periodo Imperial: 1533 dc Periodo de Transición: 1533-1572 dc La historia de Machu PicchuLa mayoría de los arqueólogos modernos e historiadores coincide en que Machu Picchu fue construida por el Inca Pachacútec, el más grande estadista del Tahuantinsuyo, quien gobernó desde 1438 a 1471. Los arqueólogos presumen que la construcción de la ciudadela dataría del siglo XV, aproximadamente, fecha cronológica dada por el carbono 14 o radiocarbono. La construcción de Machu Picchu corresponde al momento en que el pequeño señorío Inca comenzó a crecer. Según los arqueólogos, en esta zona se libró la última batalla que definió la victoria sobre los chancas, victoria que cubrió de prestigio y otorgó el poder al Inca Pachacútec. Pachacútec fue el primer Inca en salir más allá del valle del Cusco luego de su épica victoria sobre los chancas. Fue el que llevó a cabo la expansión del Tahuantinsuyo y se le reconoce como el "constructor" del Cusco. Esta fue una de sus más grandes obras. El origen de Machu Picchu es atribuido con cierta certeza a Pachacútec, aguerrido mandatario, que se caracterizó por sus conquistas territoriales, y el desarrollo de la religión y la espiritualidad. De allí es que hoy los estudios arqueológicos apoyan la teoría de que fue una hacienda real destinada al culto de los dioses y un desafío a las dotes de constructor del gobernante.
Construida como refugio de lo más selecto de la aristocracia incaica, la fortaleza fue ubicada en la vertiente oriental de la cordillera del Vilcanota, a unos 80 km del Cusco, la capital del imperio. Su estratégica situación geográfica fue elegida con admirable acierto. Rodeada de profundos acantilados y alejada de la vista de extraños por una enmarañada selva, la ciudadela de Machu Picchu poseía la cualidad de tener una sola y angosta entrada, lo que permitía, en caso de un ataque sorpresivo, ser defendida por muy pocos guerreros. Ocupada por lo menos por tres generaciones de Incas, la ciudadela de Machu Picchu fue abandonada en una decisión repentina y misteriosa. Las hipótesis más sólidas explican su desaparición de la memoria histórica en razón de que Machu Picchu era un lugar desconocido para las castas inferiores y sus rutas prohibidas para cualquiera que no formara parte del pequeño círculo del Inca. Parte de las conquistas de Pachacútec incluyó el valle de Tampu, que a pesar de estar habitada por esa nación hermana del Cusco, no se libró de su férreo dominio. Por su belleza natural, clima benigno (uno de los mejores de los Andes) y rico suelo, Pachacútec fijó en Tampu el asentamiento predilecto de la nueva nobleza imperial, engalanando el valle con varias de las más fastuosas ciudades del Tahuantinsuyo, como Ollantaytambo y Machu Picchu. La elección del sitio para levantar Machu Picchu debió ser hecha con sumo cuidado, pues era, y aún lo es, un lugar perfecto para levantar un centro ceremonial. Se ubicaba, según el investigador Antonio Zapata, en la cadena de montañas más importante por su carácter sagrado, que comienza en el Salcantay (el apu, espíritu mayor) y termina en el Huayna Picchu. Era un lugar privilegiado para observar el movimiento de las estrellas y del sol, divinidades incaicas. Además, de acuerdo con sus investigaciones, el lugar contaba con una cantera en las cercanías que podía proveer de las más finas piedras de granito blanco.
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Valle Urubamba

Un Llacta Incaica


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LEYENDA DEL ATAQUE CHANKA AL CUSCO

¿Quiénes eran los chancas? Los chancas eran un grupo étnico establecido en la región de Ayacucho. Se dividían en las dos mitades de Hanan (arriba) y Hurin (abajo) y decían tener su origen o pacarina en las dos lagunas de Choclococha y Urcococha. Formaban un pueblo rudo, habían conquistado Andahuaylillas y su nueva meta era el Cusco. La situación del Cusco Durante el gobierno de Viracocha, los chancas partieron de Paucaray -a tres leguas de Parcos- y se dividieron en tres ejércitos. Tan seguros estaban de la fácil conquista del Cusco que dos de los ejércitos se dirigieron al Contisuyo y el tercero tomó la ruta del Cusco. Por su parte, el Inca, viejo y cansado, abandonó el Cusco a su suerte y se refugió junto a su hijo Urco en la fortaleza de Chita. En esas circunstancias, surgió la figura del joven príncipe Cusi Yupanqui, quien decidió defender el Cusco. Cusi Yupanqui, el futuro Pachacútec, nació en el linaje de Iñaca Panaca. El cronista Betanzos narra épicamente el encuentro de Cusi Yupanqui con los chancas. Cusi contaba con escasos efectivos, con lo cual el triunfo cobra aun mayor realce. En torno al Cusco, el ejército de Cusi cavó grandes hoyos recubiertos de ramas para que los chancas cayeran en ellos. Además, el sacerdote del Sol confeccionó unos bultos de piedra revestidos de ropas para simular un ejército apostado esperando entrar a la lucha. Cusi Yupanqui trató de formar alianzas con sus vecinos, pero ellos prefirieron esperar al desarrollo de los acontecimientos para plegarse al vencedor. Urco, hijo de Viracocha, había partido junto a su padre abandonando Cusco. Fue nombrado co-regente y, para aquel entonces, había recibido la borla, insignia del poder. Ese mismo día se casó con quien sería su mujer principal, según la costumbre inca. Sin embargo, el joven se mostró poco guerrero y no luchó por el Cusco. Las sucesiones incas eran tumultuosas al no existir la primogenitura. El poder recaía sobre el "más hábil y eficiente" de los posibles candidatos. De ahí que todas las sucesiones incas dieran lugar a intrigas, luchas intestinas y asesinatos. En este marco, la contienda de Huáscar y Atahualpa no fue un caso insólito sino más bien usual, pero debido a la gran expansión del estado Inca tomó un carácter continental. Los espías anunciaron la cercanía chanca y los vieron llegar en desorden por la bajada del cerro de Carmenca, emitiendo gritos y alzando sus armas. Llevaban el pelo en pequeñas trenzas y la cara pintada de rojo. En su euforia, no notaron los hoyos y cayeron en ellos. Un curaca llamado Chañian Curi Coca de los ayllus de Choco-Cachona aguardaba la proximidad del enemigo para atacar y peleó tan valientemente que triunfó en su zona. Hasta las piedras puestas por el sacerdote entraron en la contienda. Ellos eran los pururaucas, misteriosos aliados de los incas que sembraron el terror entre las tropas enemigas. Para decidir la batalla, Cusi Yupanqui se dirigió hacia el jefe chanca Uscovilca, lo mató, cogió el ídolo que portaba consigo y lo mostró a los chancas que se desmoralizaron e iniciaron la huida. Más adelante, los chancas se rehicieron, pero nuevamente triunfó Cusi, ayudado esta vez por sus vecinos. Los incas los persiguieron y se apropiaron del botín que facilitaría en el futuro la expansión cusqueña. Vencidos los chancas, Cusi Yupanqui juntó el botín y los prisioneros y se dirigió hacia la fortaleza donde estaban Viracocha y Urco. Según costumbre inca, el soberano debía pisar los despojos y a los jefes capturados en acto de toma de posesión de los vencidos y de sus tierras. Viracocha se negó a hacerlo y señaló a Urco como su regente y el indicado para asumir el poder. Cusi no admitió la propuesta y después de reiterar su pedido decidió regresar al Cusco. Por el camino fue asaltado por soldados de Viracocha, pero conociendo las intenciones del viejo Inca, estaba preparado para el ataque. Así, pudo regresar al Cusco sin mayores percances. No tardó Cusi en ceñir la borla imperial y con ello, según costumbre antigua, cambió su nombre al de Pachacútec Inca Yupanqui, personaje con el que se inicia el auge cusqueño. La expansión inca se puede ubicar en los principios del siglo XV y forma parte de la historia moderna del mundo andino. Gracias a la elección de los gobernantes, se sucedieron personajes destacados, y si bien Pachacútec fue el iniciador, su hijo Túpac Yupanqui fue el gran conquistador, y Huayna Cápac, el estadista. Los incas más cercanos a la invasión española nos permiten formular una historia menos legendaria según las referencias de la época y la tradición oral, conservada gracias a cantares que se ejecutaban en la gran plaza de Aucaypata, durante las grandes fiestas y en presencia de las momias de los anteriores incas.

LA PRIMERA CONQUISTA DEL INCA PACHACUTEC

Después de su triunfo sobre los chancas, Pachacútec decidió consolidar su señorío y emprender luchas contra los curacas que no acudieron en su ayuda. Cuando estaba reuniendo gente de guerra, llegaron las noticias de que Inca Urco, el hijo y co-regente de Viracocha, se hallaba en Yucay con un ejército. Sin demora, Pachacútec e Inca Roca, su hermano, marcharon a Yucay a enfrentarse con Urco. Durante la lucha sobre la barranca del río Urubamba, Inca Roca alcanzó la garganta de Urco con su honda, con tanta fuerza que le hizo caer al río. Urco, con sus armas en la mano, fue arrastrado por la corriente hasta la peña llamada Chupellusca, donde sus adversarios le dieron muerte. Numerosos fueron los curacas -cercanos en su mayoría al Cusco- incorporados al naciente Estado durante la primera etapa de la expansión inca. Los principales fueron los Ayarmaca, que quedaron definitivamente vencidos, y los Ollantay Tambo. Después de su victoria, Pachacútec mandó construir el palacio y ciudadela de Písac en un alto promontorio, con lo cual este nuevo soberano no solo conquistaba nuevos dominios sino que se mostraba proclive a las obras de arquitectura. Sin embargo, la conquista que más puede interesar en este relato es la de la zona de Picchu, donde el Inca ordenó edificar un palacio para su regreso, con todas sus dependencias. Al pasar los siglos, ese lugar tomaría el nombre de Machu Picchu. Gracias al aporte de nuevos manuscritos de archivos hallados por Luis Miguel Glave y María Isabel Remy, además de la posterior investigación de John E. Rowe, sabemos que toda la región de Picchu, junto a la de Ollantay Tambo, fueron las tierras privadas del Inca. Continuando con sus triunfos militares, Pachacútec, acompañado por Inca Roca, se apoderó de Amaybamba en el valle de La Convención, haciendo construir un palacio para él, Huamán Marca. En el mismo documento que narra estas noticias se dice que el siguiente soberano, Túpac Yupanqui, trajo desde Chachapoyas a numerosos mitimaes para poblar la parte baja del valle con la obligación de sembrar cocales. Además, el manuscrito menciona la presencia de otro palacio llamado Yanayacu, en las alturas de Amaybamba. "Cuando estuve en el lugar, el antiguo hacendado de la finca me contó que existe en la región referencia de dichas ruinas pero que no han sido encontradas aún". Habiendo afianzado su poder y asegurado sus dominios cercanos a la capital, Pachacútec se lanzó a conquistas más lejanas. Así, dominó a los Soras y a los Lucanas, trayendo a sus curacas y jefes de guerra presos para celebrar su victoria. Otros señores, al ver su creciente poderío, prefirieron aceptar los "ruegos" de la reciprocidad y no arriesgar sus vidas en una contienda. Después de descansar un tiempo, el Inca volvió a reunir sus ejércitos y, esta vez, decidió ir contra el señor del Collao. Así, se enfrentó contra el temido Chuchi Cápac de Hatun Colla, a quien venció después de ardua lucha. Con este triunfo, los cusqueños se hicieron dueños de las extensas tierras de Chuchi Cápac, las cuales comprendían los enclaves selváticos que producían las preciadas hojas de coca y las tierras situadas en la costa donde obtenían maíz, ají y pescado salado. Estos fueron los primeros contactos con los grupos étnicos costeños.

PLANIFICACION DEL NUEVO CUSCO

Se despuebla el viejo Cusco Desde los primeros años de su gobierno, Pachacútec se preocupó por la reconstrucción del Cusco. El cronista Sarmiento de Gamboa cuenta que el Inca paseaba por la ciudad mirando atentamente su entorno. Para cumplir sus deseos, decidió despoblar el Cusco de sus habitantes para efectuar un nuevo trazo y repartir solares y terrenos a quienes él consideraba debían vivir en su capital. Cordel en mano, el mismo Inca medía calles y canchas para la gran satisfacción de los panacas, linajes reales, y de los antiguos ayllus custodios del soberano. Hasta entonces, el Cusco no pasaba de ser un villorrio bastante rústico, frecuentemente anegado por sus dos pequeños ríos, el Huatanay y el Tulumayo.La reconstrucción se inició con la canalización de los cursos de agua para evitar las ciénagas en la temporada de lluvias, a la vez que construir las acequias portadoras de agua para la ciudad. Betanzos narra la manera en que se procedió a la refacción del Cusco. Pachacútec, valiéndose de la reciprocidad, convocó a los curacas principales y a las autoridades andinas a que vinieran a la capital. Después de las fiestas acostumbradas, deliberaron sobre el envío de diez señores con la misión de ir por los pueblos en busca de subsistencia y de canteras adecuadas. Cuando todos los problemas estuvieron resueltos, los señores enviaron al Cusco gente para las obras. Unos tenían la tarea de acarrear piedras toscas para los cimientos, otros traían barro pegajoso y le añadían paja o lana para labrar adobes, otros acopiaban madera de alisos. El arquitecto Gasparini supone que desde el Collao vinieron expertos talladores de piedra, herencia de los antiguos Tiahuanacotas. Las plazas incas eran extraordinariamente amplias, de forma trapezoidal, y en ellas se desarrollaban actividades religiosas y sociales. El rito de la reciprocidad se efectuaba en la plaza de Aucaypata, donde los ayllus y linajes reales se reunían a comer, beber y bailar las danzas ceremoniales del calendario incaico. También en dicha plaza se efectuaban las celebraciones del triunfo de los ejércitos incas, que consistía en extender por el suelo el botín obtenido y a los señores presos. Sobre todo ello paseaba el soberano en signo de sumisión de sus enemigos y de poder sobre sus nuevas adquisiciones territoriales. El Coricancha Pachacútec puso todo su empeño en la reconstrucción del santuario del Inti Cancha o Recinto del Sol, que hasta entonces era bastante pobre. No solo se labraron las paredes con piedras primorosamente talladas, sino que los adornos fueron un derroche de oro. Los primeros españoles que vieron el santuario en todo su esplendor cuentan que existía un jardín con plantas, flores, aves e insectos de metal precioso. Los aposentos principales del santuario estaban dedicado, uno al Sol, otros a la Luna, Trueno y Arco Iris, pero todos comunicaban con el jardín de oro. Distintos relatos dicen que el Sol estaba representado en una pared con una plancha ovoide de oro, mientras que Garcilaso menciona una cara. Las momias de los antiguos soberanos se conservaban en el templo y eran llevadas a la plaza para las grandes ceremonias. En el recinto de la Luna se conservaban los restos de las collas o reinas apostadas a los costados de la callanca. Solo la madre de Huayna Cápac, Mama Ocllo, miraba de frente al astro nocturno. Cambios religiosos La mayoría de los cronistas menciona cambios religiosos sucedidos después de la guerra contra los chancas. Según parece, los sacerdotes principales apoyaron la huida del Inca Viracocha, por lo que estaban dispuestos a someterse a sus enemigos. Después del triunfo de Cusi Yupanqui, el futuro Pachacútec, la situación se tornó incomoda para los sacerdotes. Además, el joven príncipe necesitaba de un padre que lo nombrara como el nuevo soberano. Ante la negativa de Viracocha de pisar los despojos de los prisioneros, Cusi Yupanqui se dirigió al templo del Inti Cancha y pidió el beneplácito directamente al Sol. Desde entonces, los soberanos se consideraron Hijos del Sol. Así se produjo un cambio religioso, pues anteriormente prevalecía el culto al dios Viracocha, que solo tenía un templo en el Estado Inca, mientras que así se acentuaba la influencia del dios Sol. Naturalmente que estos hechos no afectaron la veneración a múltiples huacas, apus e ídolos existentes. Más aun, Pachacútec quiso que las principales huacas permanecieran en el Cusco y les otorgó servidores, tierras y bienes. Se trataba de una manera de controlar posibles rebeliones, pues los naturales no se alzaban por temor a las represalias que podían ejercer sobre los ídolos.

CONQUISTAS DEL INCA CAPAC YUPANQUI

Estando el Inca Pachacútec absorbido por sus obras en el Cusco, ya no tenía tiempo para continuar con sus expediciones guerreras. Debido a ello y en vista de que sus hijos eran aún pequeños, encomendó a su hermano Cápac Yupanqui dirigirse a la costa, al próspero señorío de Chincha. Existe una especial connotación en este primer encuentro con los chinchanos, pues fue más un intento por establecer una relación amistosa antes que una conquista. Al llegar a Chincha, Cápac Yupanqui manifestó no querer otra cosa que la aceptación de la autoridad cusqueña y colmó de regalos a los curacas chinchanos para mostrar la magnificencia inca. Los costeños no tuvieron inconvenientes en reconocer al Inca y seguir pacíficamente en su señorío. La prosperidad de los costeños radicaba en el comercio que realizaban por mar, en balsas, con el norte, actual Ecuador. Más aun, estos "mercaderes, a modo de indios", mantenían un intercambio terrestre con hatos de camélidos con el Collao y el Cusco. Es solo posteriormente, durante el reinado de Túpac Yupanqui, que se producirá una verdadera anexión territorial. La segunda salida del general Cápac Yupanqui Después de un tiempo de la expedición a la costa, el Inca reunió sus ejércitos para que el general Cápac Yupanqui fuera en son de conquista por el camino del Chinchaysuyo, es decir, hacia las alturas de la sierra. Cerca de Huamanga, los naturales de Parcos se refugiaron en la fortaleza de Urco Cóllac y ofrecieron resistencia. Entre las tropas al mando de Cápac Yupanqui se hallaba un jefe chanca llamado Anco Ayllo, que comandaba a un grupo de esa nación. Bajo sus órdenes, los chancas asaltaron el fuerte rebelde con notable valentía y se apoderaron de él. La noticia enfureció a Pachacútec, porque encontró que el triunfo chanca disminuía a los Orejones cusqueños, por lo que envió un mensaje a Cápac Yupanqui con la orden de exterminar a todos los chancas. Sin embargo, la noticia fue oída por una concubina del general que era hermana de Anco Ayllo. La mujer dio aviso de las intenciones de los cusqueños y el jefe chanca decidió huir con sus tropas a la región de la selva que dificultaría su persecución. Por entonces se hallaban en la sierra de Huánuco, con lo que de noche y en silencio los chancas levantaron sus pertenencias y se dirigieron a la zona cálida de rupa rupa. Descubierta su partida, el general inca los persiguió sin éxito. Entonces, Cápac Yupanqui continuó su marcha por la sierra llegando hasta Cajamarca, lejos de los términos señalados por Pachacútec. En aquel lugar gobernaba Gusmango Cápac, que para la ocasión se alió con los Chimú, y juntos esperaron la aparición de los ejércitos inca. A pesar de su número, Cápac Yupanqui los venció y logró un fabuloso botín que asombró a los cusqueños y fue extendido en la plaza de Cajamarca. Según parece, el general se vanaglorió por haber obtenido tesoros mayores a los de su hermano, el Inca. Solo entonces, Cápac Yupanqui tomó el camino de regreso al Cusco con sus adquisiciones. Cuando estaba en Limatambo llegaron mensajeros del Inca, quien ordenaba la detención del general y la pena de muerte por la huida de los chancas. Según tradición inca, el triunfo de Cápac Yupanqui lo convertía en hábil y suficiente, hecho que ensombrecía el prestigio del soberano y que lo ponía en situación de gestar una sublevación exitosa.